De Karukinká a Tierra del Fuego por Josefina Domeyko

Una milenaria tierra habitada por gentes que llevaban sobreviviendo a su hostil clima por años y años: los selk’nam, conocidos también como Onas, quienes llamaban a su tierra “nuestra tierra”, y en su idioma: Karunkinká. Eran recolectores de mariscos y cazadores de guanacos,y llevaban una vida organizada en familia nuclear y extendida. Se arropaban en cuero de guanaco y tenían una rica vida espiritual, caracterizada por su ceremonia de iniciación, llamado Hain. Pero, en el siglo XVI ocurrió el hecho que cambiará la historia de este lugar para siempre.

Un 21 de octubre de 1520, hace ya 500 años, ocurrió la épica hazaña del descubrimiento del Estrecho de Magallanes por parte del portugués Hernando de Magallanes y su flota. Desde ese momento, el interés por aquel lugar divisado por los marinos desde sus barcos, se materializó en una serie de expediciones y reconocimientos de zona que se extendieron por los siglos.

De esa forma, la milenaria Karunkinká pasó a llamarse como la conocemos hoy: “Tierra del Fuego”, denominación recibida tras divisar llamas de fuego y fumarolas en la ribera sur del canal aún no nombrado.

Expedición de Hernando de Magallanes

Si bien el mundo occidental tiene conciencia de estas tierras desde el siglo XVI, no será hasta bien entrado el siglo XIX que el gobierno chileno y otros suscitaron un especial interés por ellas. Ya apaciguado el conflicto con la Araucanía, se buscó una extensión nacional más allá de esta Región. Sus ojos se pusieron en Isla Grande de Tierra del Fuego y comenzaron los planes de industrialización y colonización de aquella inhóspita y vasta zona. Con esto se produjo también la llegada de inmigrantes británicos enfocados en la explotación ganadera de la isla y nacieron así las grandes estancias que ocuparon, y ocupan hasta hoy, Tierra del Fuego.

Sociedades ganaderas y evangelización

Con el capital inglés y la subdivisión de las tierras por parte del Gobierno chileno, a inicios del siglo XX es que surgieron las grandes sociedades ganaderas como la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego. Así se fueron consolidando las familias dueñas de estas empresas, como los Nogueira, Menéndez y Betty, entre otras.

Pero no solo hubo un interés económico en Tierra del Fuego, la evangelización de las almas era otro tema de preocupación. Varias congregaciones y movimientos, tanto católicos como protestantes, llegaron o pasaron por ahí. Fue principalmente la Congregación Salesiana que se instaló de forma más consolidada, y que se encargó no solo de la evangelización, sino también de la educación y exploración científica.

Así fue el siglo XX, hasta que nuevas sociedades y empresarios comenzaron a integrarse a la zona, subdividiéndose aún más las tierras y estancias, desapareciendo las grandes sociedades que acaparaban la zona. Nuevos inmigrantes, nuevas estancias, dueños y familias comenzaron a asentarse, no solo para continuar con la misma industria ganadera, sino que también para ampliar sus posibilidades.

Fuentes
  • Anne Chapman, Fin de un mundo: los selk’nam de Tierra del Fuego, Pehuén, 2012.
  • Mateo Martinic, Historia de la región Magallánica. Volumen I, Universidad de Magallanes, FONDECYT, Punta Arenas, Chile, 1992.

Josefina Domeyko Aránguiz
Josefina Domeyko Aránguiz

Historiadora Pontificia Universidad Católica de Chile

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